jueves, 9 de septiembre de 2010

TARJETA FATAL...

...Resulta que en la entrada de mi departamento, tengo dos cosas que le dan identidad al lugar: Una tapa de inodoro con un cartel que dice: “Deposite aquí sus malos pensamientos, preservemos este mono ambiente” y sobre una mesita precaria junto al ascensor, una tarjeta navideña con un muñeco de nieve muy desagradable que dice: “Feliz navidad, feliz año nuevo”. Este objeto tiene la particularidad, de que cuando la abrís, la tarjeta despide un tedioso sonido al que llamaríamos música si tuviéramos un oído espantoso, intenta ser una típica canción navideña que dice mas o menos así: “tara tara tara tata, tara tara rara tara, tara tara rara tata ta ta ta ta”…La horrorosa tarjeta cumple la función de molestar a mis invitados, a la salida o entrada del departamento, de la siguiente manera...YO, abro la tarjeta y dejo que su estridente sonido invada las neuronas de los oyentes que responde con un: “ ¡ Paràaa!!, o “ ¡ Apagà esa mier…!” Si, si, me pongo molesta con la tarjeta, hace 3 años que la tengo y hace 3 años que la utilizo como elemento de tortura… Hoy como un día mas, me dispuse a abrirla para estorbar la tranquilidad de una gran amiga, salíamos ambas a realizar tareas en el exterior, y, luego de la típica frase de: “¡Apaga esa mierda!”, cierro la tarjeta, pero esta vez, la desgraciada sigue sonando…Luego de varios intentos de detener el sonido del elemento endemoniado, defino que para no ser echada del edificio, insultada, sacrificada, y torturada, por los vecinos debo dejar adentro, ( y no junto al ascensor), el elemento chillón… Me voy a mis que haceres...A las 23 horas, (cinco horas después de mi retirada) regreso a casa, y desde el ascensor puedo oír el terrible sonido de la tarjeta desgraciada que no dejó de sonar… Tomo de mi propia medicina, por que padezco el sonido mortal y no logro detenerlo, la pateo, la piso y hasta la mojo, y la tarjeta sigue sonando…Uff, mi casa, desquiciada por el stress que generé al dejarla con esta música hipnótica y enfermiza, me reclama una disculpa urgente... Yo me disculpo, pero la tarjeta… ¡Sigue gritando!...Una hora después, logre apagar la tarjeta, a la hora volvió a sonar en un grito agónico y fundido que se termino con mi último pisotón, a la hora hubo otro intento del enemigo que volvió a ser dañado, al compás de un grito de mi alma guerrera, que se opuso con la expresión “¡¡¡¡¡¡Nooo!!!!!!!”… Misión cumplida, pero ojo, no compren tarjetas navideñas, vienen poseídas, y no parecen querer detenerse.

Chaya.

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